Al llegar a Granadilla todo era un aburrimiento porque no conocíamos a la gente de otros pueblos. Cuando ya estábamos los tres colegios nos repartieron en las diversas casas. En cada casa había un grupo de niños de distintos lugares. Mi casa era la de las Conchas. Era muy luminosa y tenía unas vistas impresionantes.
La convivencia en nuestra casa fue estupenda desde el primer momento. Nos presentamos entre nosotras y nos llevamos bastante bien. Hablábamos con las de Sevilla, reíamos con ellas, nos contábamos secretos entre nosotras…, pero las niñas de Badajoz que estaban en nuestra casa eran muy amables. Ellas nos ayudaban en todo lo que necesitáramos, tanto en lo bueno como en el malo. Entre nosotras todo era confianza desde el primer momento porque nadie tocaba nada de los demás a no ser que te pidieran algo y que se lo prestaras. Cuando teníamos que cargar el móvil, la cámara…lo enchufábamos en un ladrón en el cuarto de baño porque era donde había enchufes. Nos prestábamos cosas como: espuma, gomas de pelo, chaquetas, guantes…
La encargada de la casa que era Lorena hizo una pequeña reunión para organizarnos para limpiar cada día nuestra casa; excepto las habitaciones, que cada uno limpiaba la suya. En nuestra casa no había desprecio para nadie desde la más pequeña a la más vieja.
La convivencia de niños de otras casas también fue estupenda. Nadie se llevaba mal con nadie excepto algunas personas. En el comedor, nos servíamos unos a los otros. Fuimos como una gran familia en esos días.
Los monitores, que compartían con nosotros los talleres y los diferentes oficios, eran muy buena gente y muy amables. Nos enseñaron a hacer muchas cosas.
El último día unos lloraban, otros estaban contentos por marcharse…, pero casi todos nos despedimos entre nosotros porque fue una experiencia nunca vivida y ahora que sucedió te das cuenta de que hay muy buena gente por el mundo y que puedes llevarte bien con gente de otros lugares y diferentes costumbres en este caso la gente de Badajoz y la de Sevilla. La amistad y la convivencia fueron unas de las mejores cosas entre otras.
La convivencia en nuestra casa fue estupenda desde el primer momento. Nos presentamos entre nosotras y nos llevamos bastante bien. Hablábamos con las de Sevilla, reíamos con ellas, nos contábamos secretos entre nosotras…, pero las niñas de Badajoz que estaban en nuestra casa eran muy amables. Ellas nos ayudaban en todo lo que necesitáramos, tanto en lo bueno como en el malo. Entre nosotras todo era confianza desde el primer momento porque nadie tocaba nada de los demás a no ser que te pidieran algo y que se lo prestaras. Cuando teníamos que cargar el móvil, la cámara…lo enchufábamos en un ladrón en el cuarto de baño porque era donde había enchufes. Nos prestábamos cosas como: espuma, gomas de pelo, chaquetas, guantes…
La encargada de la casa que era Lorena hizo una pequeña reunión para organizarnos para limpiar cada día nuestra casa; excepto las habitaciones, que cada uno limpiaba la suya. En nuestra casa no había desprecio para nadie desde la más pequeña a la más vieja.
La convivencia de niños de otras casas también fue estupenda. Nadie se llevaba mal con nadie excepto algunas personas. En el comedor, nos servíamos unos a los otros. Fuimos como una gran familia en esos días.
Los monitores, que compartían con nosotros los talleres y los diferentes oficios, eran muy buena gente y muy amables. Nos enseñaron a hacer muchas cosas.
El último día unos lloraban, otros estaban contentos por marcharse…, pero casi todos nos despedimos entre nosotros porque fue una experiencia nunca vivida y ahora que sucedió te das cuenta de que hay muy buena gente por el mundo y que puedes llevarte bien con gente de otros lugares y diferentes costumbres en este caso la gente de Badajoz y la de Sevilla. La amistad y la convivencia fueron unas de las mejores cosas entre otras.
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